Las personas que trabajan en el ámbito de la tecnología, especialmente en la programación, suelen definir su identidad alrededor de la resolución de problemas. Sin entrar en debates sobre si esta capacidad es innata o adquirida, lo cierto es que la inclinación a identificar desafíos y encontrar soluciones óptimas no es algo que se pueda desactivar a voluntad. Lo que a primera vista puede parecer un talento valioso —capaz de impulsar trayectorias profesionales y ofrecer contribuciones esenciales al progreso colectivo— también puede manifestarse en conductas menos funcionales. Sin pretender asumir el rol de psicólogo en busca de causas profundas o caer en una tediosa disquisición filosófica, quiero compartir algunas observaciones fruto de experiencias ajenas y propias. Reflexionemos sobre cómo estas tendencias influyen tanto en el bienestar personal como en la dinámica de grupo.
El acaparador
Por un lado, encontramos al adicto a la resolución de problemas, que busca constantemente la emoción del proceso y la satisfacción del resultado final. Este tipo de persona tiende a sentirse inquieto cuando no tiene un desafío a la vista y se lanza a resolver problemas con la intensidad de un depredador al acecho. A menudo desarrolla una tolerancia que lo lleva a ser cada vez más selectivo, ignorando los problemas que no le ofrecen el estímulo suficiente. Asimismo, puede volverse descuidado, centrando su atención en el proceso en lugar de en los detalles del resultado.
- La obsesión por el proceso puede llevar a que el acaparador pase por alto aspectos cruciales del resultado final. Su enfoque en la resolución continua puede resultar en un trabajo que, aunque técnicamente avanzado, carece de precisión o de un acabado refinado.
- La actitud de este tipo de persona puede afectar sus relaciones laborales. Al estar tan enfocado en los desafíos y en el proceso, puede descuidar la colaboración y la comunicación con el equipo, lo que puede generar fricciones o malentendidos
Por otro lado, encontramos a la persona que posee una habilidad notable para resolver una amplia variedad de problemas de manera rápida e impecable. A diferencia del adicto a la resolución de problemas, esta persona no busca activamente desafíos, pero tiende a recibir las tareas más difíciles y de mayor impacto debido a su reputación. Es como una navaja suiza para los equipos y un activo muy valioso para las organizaciones. Sin embargo, aunque a corto plazo parece aumentar la productividad, su presencia puede estar dañando los cimientos del grupo a largo plazo.
- La constante asignación de los problemas más complejos a esta persona puede generar una dependencia que desalienta a otros miembros del equipo de asumir desafíos similares. Esto puede limitar el desarrollo de habilidades y la autonomía del grupo en general.
- Aunque puede parecer que esta persona impulsa la productividad, el peso constante de las tareas más difíciles puede llevar al agotamiento. La falta de descanso y la presión constante pueden afectar su bienestar a largo plazo y su rendimiento general.
De dos maneras distintas, los acaparadores absorben el trabajo más crucial, eliminando, de forma involuntaria, oportunidades de crecimiento para los demás miembros del equipo. Esta dinámica genera fragilidad y crea equipos desequilibrados, en los que la ausencia temporal o permanente de una de estas personas puede afectar significativamente la velocidad y la calidad del trabajo. Aunque es tentador para las organizaciones recurrir a estas figuras estrella, es fundamental mantener un equilibrio asegurándose de que también dediquen tiempo a colaborar y a mentorizar al resto del equipo. Asimismo, los managers deben ser capaces de identificar a los adictos a la resolución de problemas y orientar su motivación de manera que se obtengan los mejores resultados posibles.
El previsor
La capacidad de anticipar problemas es sin duda valiosa, pero puede dar lugar a situaciones conocidas y poco deseables, como la parálisis por análisis o la sobreingeniería. El previsor, al igual que el Doctor Extraño de Marvel, se esfuerza por analizar todos los posibles resultados de una decisión. Sin embargo, dado que la mente humana tiene limitaciones para procesar grandes cantidades de datos y es susceptible a sesgos, esta habilidad puede derivar en perfiles disfuncionales, como el agorero.
Un sesgo que, desde el punto de vista evolutivo, puede parecer valioso es el de otorgar mayor relevancia a los posibles resultados negativos. Este sesgo puede llevar al previsor a intentar resolver problemas altamente improbables, e incluso casi imposibles, o a perderse en una especie de “cuento de la lechera aprensiva”, en el que, en lugar de soñar con lo que puede ir bien en el futuro, se enfoca en todo lo que podría salir mal. Esto puede resultar en una atención excesiva a posibles desastres, similar a perder el cántaro de leche por no prestar atención a lo que tiene inmediatamente delante.
En conclusión, es fundamental utilizar técnicas adecuadas para canalizar la capacidad de los previsores. Esto incluye la aplicación de enfoques basados en datos para evaluar los riesgos de manera objetiva y el desarrollo de estrategias que permitan adaptarse a las condiciones cambiantes. De esta manera, se puede equilibrar la anticipación de problemas con una toma de decisiones práctica y eficaz.
- La tendencia a enfocarse en los resultados negativos puede llevar a una parálisis en la toma de decisiones, donde se prioriza la prevención de riesgos improbables sobre la acción en problemas más inmediatos y realistas.
- Para contrarrestar los efectos negativos de la parálisis por análisis, es útil que los previsores desarrollen habilidades complementarias como la toma de decisiones rápida y la gestión del riesgo. Esto les permitirá utilizar su capacidad de anticipación de manera más efectiva sin quedar atrapados en un ciclo interminable de análisis.
El perfeccionista
Mientras que el previsor puede parecer incapaz de comenzar un proyecto debido a la prolongada fase de análisis, el perfeccionista parece incapaz de terminarlo. Ambos pueden contribuir a la sobreingeniería, creando soluciones que superan lo «suficientemente bueno» al intentar optimizar cada detalle del proyecto. Si no se controla, el perfeccionista puede paralizar proyectos, perdiendo oportunidades tanto de negocio como de retroalimentación para mejorar el producto.
También puede arruinar el resultado, como en Frankenstein de Mary Shelley. En la novela, la obsesión por recolectar partes del cuerpo que, individualmente, podrían parecer perfectas o funcionales, da como resultado una criatura que, en conjunto, es percibida como grotesca e inhumana. De manera similar, en un proyecto, podemos acabar con un montón de piezas que, aunque sean perfectas por separado, no logran armonizar en un producto viable.
El cuidado del detalle es fundamental, pero es crucial mantener un equilibrio. No importa cuán bueno sea el trabajo si llega tarde.
- Es importante encontrar un equilibrio entre la perfección y la capacidad de entregar resultados.
- Implementar límites de tiempo y plazos claros para las fases del proyecto puede ayudar a los perfeccionistas a enfocar sus esfuerzos en alcanzar estándares altos sin caer en la trampa de la perfección interminable.
- A veces, es más valioso evaluar cómo cada componente contribuye al conjunto en lugar de solo perfeccionar cada elemento por separado.
- Implementar revisiones periódicas y establecer hitos puede ayudar a mantener el proyecto en camino y a asegurar que el enfoque en los detalles no retrase la entrega final.
El sobrecomplaciente
Una de las conductas más interesantes es la del individuo que busca reconocimiento social y/o profesional, creando una apariencia que mezcla características de los perfiles mencionados, pero sin tener realmente la capacidad para ejecutar ninguna de ellas. El sobrecomplaciente genera una ilusión de eficiencia a través del esfuerzo visible, de manera similar a un mago que oculta sus trucos. Prefiere ser percibido como capaz de obtener los mejores resultados, y así se convierte en un acaparador, fingiendo ser previsor y perfeccionista.
Aunque la introducción puede parecer negativa, tengo un profundo respeto por las personas con esta personalidad y estoy convencido de que, si se canalizan adecuadamente, pueden aportar muchos beneficios. Son individuos que se esfuerzan y trabajan arduamente, asumiendo grandes responsabilidades con humildad.
A menudo, las personas sobrecomplacientes son el resultado de un entorno que no les permite crecer, rodeadas de personas que se benefician de su esfuerzo mientras les niegan oportunidades de desarrollo.
- Las personas con esta personalidad, cuando se les proporciona el apoyo y la dirección adecuados, pueden desarrollar habilidades valiosas y convertirse en miembros clave del equipo.
- Ofrecer oportunidades de desarrollo y reconocimiento puede ayudar a evitar que su esfuerzo sea explotado sin recompensa.
He extraído estas cuatro etiquetas de mi reflexión, y pueden parecer estereotipos o caricaturas de rasgos que todos compartimos en mayor o menor medida. Es posible que, a lo largo del tiempo, todos exhibamos tendencias hacia estos comportamientos sin que esto tenga una gran relevancia. Sin embargo, la conclusión final que me gustaría destacar es la importancia de tener una visión estratégica a largo plazo, tanto a nivel individual como organizacional, comprendiendo la relevancia del equilibrio al distribuir el trabajo y las oportunidades.
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