Cuando llegas a un nuevo equipo, compañía o proyecto, es muy fácil notar problemas que parecen obvios. La primera reacción suele ser tratar de arreglarlos de inmediato, pensando que, si siguen ahí, es porque nadie más se ha dado cuenta o no han querido solucionarlos. Sin embargo, esta forma de actuar puede ser equivocada. Detrás de cada problema evidente, suele haber causas más profundas: dinámicas, procesos y decisiones que han permitido que ese problema continúe sin resolverse.
Si solo nos enfocamos en lo superficial sin entender qué lo ha provocado, podríamos estar exponiéndonos a repetir los mismos patrones que generaron el problema desde el principio. En lugar de intentar arreglarlo todo de inmediato, es mejor tomarse un tiempo para observar, analizar y descubrir qué lo está causando. De esa manera, no solo solucionamos el error actual, sino que evitamos que surjan otros similares en el futuro.
Es fácil caer en el «complejo de salvador», creyendo que, al ver los errores, tenemos la solución que otros no supieron encontrar. Esto nos hace ignorar el contexto y la experiencia de quienes ya llevan tiempo ahí. La humildad es clave en estos casos: no somos mejores que los demás, simplemente sabemos menos sobre la situación. Escuchar, aprender y entender a fondo antes de actuar es lo que realmente nos permitirá aportar valor.
No siempre es el código el problema, a veces es quién tiene el control sobre él.
Uno de los primeros equipos de desarrollo al que me uní trabajaba en un proyecto con una parte de código legacy lleno de problemas evidentes. Era difícil de leer, ineficiente y parecía que nadie lo había tocado en años. Rápidamente me lancé a refactorizarlo, convencido de que podía optimizarlo y hacerlo mucho más limpio. Pasé horas reorganizando funciones, eliminando redundancias y haciendo que el código fuera más eficiente… o eso creía.
Afortunadamente, los problemas no llegaron a producción; los detectamos a tiempo en el entorno de staging, donde los cambios afectaron cómo se relacionaba esa parte del código con otros módulos. Sin embargo, me di cuenta de que había perdido un montón de tiempo tratando de arreglar algo sin comprender por qué nadie lo había modificado antes. Al profundizar, descubrí que la raíz del problema no estaba en la incapacidad técnica del equipo, sino en una dinámica de micromanagement que limitaba la libertad de los desarrolladores para tomar decisiones de diseño.
La solución no pasaba por la refactorización superficial del código, sino por resolver las dependencias y mejorar el diseño del sistema en su conjunto. Sin embargo, esto no se hacía porque el equipo no tenía la autonomía necesaria para implementar los cambios. Era una decisión del management, que prefería mantener el control sobre las decisiones técnicas. Así que, al final, el verdadero obstáculo no estaba en el código en sí, sino en una dinámica de gestión que frenaba cualquier intento de mejora sustancial.
El Riesgo de las Soluciones Rápidas
La tentación de buscar soluciones rápidas es natural, especialmente cuando vemos problemas evidentes que parecen tener una respuesta simple. Pero actuar apresuradamente puede ser más perjudicial de lo que pensamos. Cuando tratamos de arreglar lo superficial sin entender las causas más profundas, corremos el riesgo de empeorar las cosas.
En el ejemplo del código legacy que mencioné antes, mi intento de refactorizarlo parecía una forma lógica de mejorar el rendimiento y la claridad del código. Sin embargo, al no comprender las restricciones impuestas por la dinámica de micromanagement, perdí de vista el verdadero problema: no era el código en sí el que necesitaba ser cambiado, sino la manera en que se tomaban las decisiones sobre su diseño.
Las soluciones rápidas a menudo solo ocultan los síntomas sin resolver la raíz del problema. En el caso del código, los errores que aparecieron tras mis cambios mostraron que había problemas más profundos que no se solucionaban solo con refactorización. A veces, el verdadero desafío es reconocer y abordar las dinámicas, procesos y estructuras que han permitido que el problema persista.
En vez de apresurarnos a solucionar lo que parece obvio, es mejor tomarse un tiempo para entender el contexto y las causas profundas. Esto nos ayuda a hacer cambios que realmente solucionen el problema y eviten futuros contratiempos. La próxima vez que enfrentemos un problema, es más efectivo detenernos a comprender su origen antes de aplicar una solución rápida.
Pensamiento de Sistemas en el Desarrollo de Software
El pensamiento de sistemas es una herramienta poderosa que nos ayuda a entender cómo las partes individuales de un sistema interactúan y afectan al conjunto. En el desarrollo de software, esto significa mirar más allá del código y considerar cómo todos los elementos del proyecto se conectan y se influyen mutuamente.
Imagina que estás trabajando en un proyecto de software donde los errores empiezan a aparecer en áreas que antes parecían estables. Si solo te enfocas en solucionar esos errores puntuales, podrías estar pasando por alto problemas más amplios que afectan a todo el sistema. El pensamiento de sistemas nos anima a examinar cómo cada componente del software interactúa con los demás y cómo las decisiones en un área pueden repercutir en otras.
Por ejemplo, si un módulo específico está causando problemas, en lugar de simplemente arreglar el módulo, es útil preguntarse cómo se integra con otros módulos. ¿Hay dependencias que no se han considerado? ¿El diseño general del sistema está contribuyendo a los problemas? Puede que descubras que el problema no está en el módulo en sí, sino en la forma en que el sistema en su conjunto maneja las interacciones entre sus componentes.
Este enfoque también aplica a las dinámicas del equipo y los procesos de desarrollo. Un problema de comunicación en el equipo, por ejemplo, puede afectar la calidad del código y la entrega de proyectos. El pensamiento de sistemas nos ayuda a identificar y abordar estos problemas de manera integral, en lugar de tratar de resolverlos aislando el problema.
Al adoptar el pensamiento de sistemas, no solo estamos buscando arreglar lo que está roto, sino que estamos tratando de entender cómo y por qué las cosas funcionan como lo hacen. Esto nos permite hacer cambios que no solo solucionan problemas específicos, sino que mejoran el sistema en su totalidad, creando soluciones más duraderas y efectivas.
Los Cinco Porqués: Profundizando en la Causa Raíz
Los «Cinco Porqués» es una técnica simple pero poderosa para identificar la causa raíz de un problema. Desarrollada por Toyota para resolver problemas en sus procesos de fabricación, esta metodología también es invaluable en el desarrollo de software y en la gestión de equipos y proyectos.
El concepto es sencillo: cuando te enfrentas a un problema, en lugar de quedarte con la primera respuesta, preguntas «¿por qué?» repetidamente hasta llegar al origen del problema. Generalmente, cinco veces son suficientes para llegar a la causa raíz, aunque a veces puede ser necesario más o menos.
Ejemplo práctico en desarrollo de software:
- ¿Por qué la aplicación está fallando?
Porque hay un error en la base de datos. - ¿Por qué hay un error en la base de datos?
Porque no se está validando correctamente la entrada de datos. - ¿Por qué no se está validando correctamente la entrada de datos?
Porque en el diseño original no se incluyeron mecanismos de validación exhaustivos. - ¿Por qué no se incluyeron mecanismos de validación exhaustivos en el diseño original?
Porque el equipo no tenía una política clara para revisar y asegurar la calidad de las entradas desde el principio. - ¿Por qué no había una política clara para revisar y asegurar la calidad de las entradas?
Porque el proceso de planificación del proyecto no incluía revisiones detalladas de los requisitos y las especificaciones.
Este proceso no solo identifica la causa inmediata del problema, sino que también revela fallos en el proceso que llevaron a esa causa. En el ejemplo, no solo encontramos que el error estaba en la base de datos, sino que también descubrimos debilidades en el diseño y la planificación del proyecto.
Aplicar los Cinco Porqués ayuda a evitar soluciones superficiales y a abordar problemas de manera más profunda y efectiva. En lugar de simplemente corregir el error visible, esta técnica nos guía para realizar cambios que prevengan la recurrencia del problema y mejoren el sistema en su conjunto.
Al integrar esta técnica en el proceso de resolución de problemas, podemos garantizar que nuestras soluciones no solo sean rápidas, sino también duraderas y bien fundamentadas.
Humildad y Aprendizaje Continuo
En el desarrollo de software, la humildad y el aprendizaje continuo son esenciales para el crecimiento personal y profesional, así como para el éxito del equipo y del proyecto. La tecnología avanza a pasos agigantados y las mejores prácticas están en constante evolución. Reconocer que siempre hay algo nuevo por aprender y estar dispuesto a ajustar nuestras percepciones y enfoques es lo que nos permite mantenernos relevantes y efectivos en nuestro trabajo.
La humildad implica reconocer que no sabemos todo, incluso si tenemos años de experiencia en el campo. Aceptar que nuestros conocimientos y habilidades tienen límites nos abre a nuevas perspectivas y a la oportunidad de aprender de los demás. Cuando llegamos a un nuevo equipo o proyecto, es natural querer mostrar nuestras habilidades y hacer mejoras rápidamente. Sin embargo, es necesario recordar que nuestros compañeros tienen experiencias y conocimientos valiosos que podemos aprovechar.
El aprendizaje continuo es la práctica de seguir buscando conocimiento y mejorando nuestras habilidades. En el mundo del software, esto puede significar aprender nuevas tecnologías, adoptar nuevas metodologías de desarrollo, o simplemente reflexionar sobre nuestras propias prácticas para encontrar maneras de mejorarlas. Al adoptar una mentalidad de aprendizaje continuo, no solo nos mantenemos al día con las tendencias y avances en nuestro campo, sino que también fomentamos una cultura de mejora constante dentro de nuestros equipos.
Ejemplo de humildad y aprendizaje continuo en acción:
Cuando empecé a trabajar en un equipo que utilizaba un framework de desarrollo que no conocía bien, mi primer impulso fue tratar de imponer mis propias soluciones basadas en mi experiencia anterior. Sin embargo, pronto me di cuenta de que el equipo tenía un enfoque diferente que ya había demostrado ser eficaz en el contexto específico del proyecto. En lugar de insistir en mi forma de hacer las cosas, decidí escuchar, aprender y adaptarme a las prácticas del equipo. Esta apertura me permitió no solo contribuir de manera más efectiva, sino también ampliar mi propio repertorio de habilidades.
El proceso de aprendizaje nunca se detiene. La humildad nos ayuda a reconocer la necesidad de ese aprendizaje y a valorarlo, mientras que el aprendizaje continuo nos mantiene frescos y adaptables. Juntos, estos dos conceptos forman la base para el crecimiento y la innovación en el desarrollo de software y en cualquier campo en constante evolución.
En el desarrollo de software, la velocidad no siempre es sinónimo de eficiencia. La tentación de solucionar rápidamente lo que parece obvio puede llevarnos a pasar por alto problemas más profundos y persistentes. Adoptar un enfoque más reflexivo y sistémico nos ayuda a identificar las verdaderas causas de los problemas y a implementar soluciones que realmente aborden las raíces.
El pensamiento de sistemas nos anima a ver el panorama completo y entender cómo las partes interactúan entre sí, mientras que los Cinco Porqués nos guían para profundizar en las causas fundamentales de los problemas. Además, la humildad y el aprendizaje continuo son esenciales para mantenernos adaptables y efectivos en un entorno en constante cambio.
Al final del día, la verdadera mejora no proviene de soluciones rápidas, sino de un enfoque consciente y deliberado que aborde los problemas desde sus raíces. Escuchar, aprender y entender son las claves para construir soluciones duraderas y para seguir creciendo tanto a nivel personal como profesional.
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