Tomarse un Respiro: Controlar la Ansiedad Vacacional en el Mundo Tech

Trabajar en tecnología, y más concretamente en desarrollo, hace que desconectar sea una de las cosas más difíciles de lograr. A veces pienso que un cerebro resolviendo problemas es como una enorme roca rodando por una colina. Al principio, requiere mucho esfuerzo superar la pendiente hasta la cima, pero una vez allí, un último y pequeño empujón basta para que la roca se precipite cuesta abajo, acelerando sin control. De manera similar, pasamos las mañanas luchando por llevar nuestros cerebros a lo más alto de los problemas laborales, solo para que después (como confirman innumerables memes en internet) nos acostemos incapaces de frenar la inercia de nuestros pensamientos.

Otra dimensión del problema, más allá de la desconexión diaria, es la del descanso vacacional. Aquí nos enfrentamos a la inseguridad, y nos asalta el miedo de quedar atrás en un mundo que parece avanzar más rápido de lo que podemos asimilar estando al día. ¡Imagina desconectarte de él durante una o dos semanas! Y no es solo el temor a quedar obsoletos, a perder las habilidades adquiridas o a no estar a la altura cuando regresemos. ¿Qué sucederá en nuestra ausencia? ¿Descubrirán que no somos necesarios? Tal vez, lo contrario: el peor de los temores, encontrarnos con un caos absoluto y un backlog varias veces mayor que el que dejamos.

Así, enfrentarse a las vacaciones resulta estresante. Pero hay un giro más: ¿qué pasa cuando tu ocio gira en torno a la tecnología? Cuando todas tus lecturas pendientes son sobre desarrollo de software o cuando tus hobbies consisten en pequeños proyectos de robótica, videojuegos, o ese side hustle de programación que algún día seguro se convertirá en el próximo Google. En estos casos, es casi imposible desconectar. No es necesariamente malo si lo disfrutas, pero obligarse a pasar el tiempo de una manera que las convenciones sociales imponen también puede ser una fuente de frustración. No hay nada malo en pasar el tiempo haciendo aquello que te apasiona.

Sin embargo, cuidar nuestra salud y nuestras relaciones sociales es importante. Debemos saber escuchar a nuestro cuerpo y entender cuándo nos pide un respiro: pasar horas con la mente en blanco, relajar la vista mirando al horizonte, tumbarnos y movernos libremente para descargar la tensión de nuestros músculos. Escuchar a nuestras familias y dedicarles nuestra atención completa sin tener un problema de computación rumiando en nuestras neuronas. No hacer nada durante días sin que el mundo deje de girar.

Es tan difícil como necesario. ¿Por qué es necesario? Se me ocurren tres ideas al respecto:

Necesitamos descansar para ser más productivos

El cerebro necesita tiempo para descansar y procesar la información adquirida. Lejos de hacernos perder habilidades, el descanso da a nuestras neuronas la oportunidad de reorganizarse, consolidar el aprendizaje y prepararse para nuevas ideas y enfoques cuando regresemos a la rutina.

La desconexión tiene beneficios psicológicos

Una actividad mentalmente intensa hace que acumulemos estrés, lo que puede afectar negativamente a nuestro bienestar emocional y a nuestra capacidad para tomar decisiones. Cuando sentimos los efectos del burnout, las vacaciones pueden mejorar nuestro estado de ánimo y nuestra salud en general.

Quedarse atrás es un mito; sucede todo lo contrario

Si bien es cierto que la tecnología avanza rápidamente, no es necesario estar siempre al día (seamos sinceros, rara vez lo estamos). Es más importante tener una base sólida y la capacidad de aprender y adaptarse cuando sea necesario. El descanso no solo no nos atrasa, sino que nos prepara mejor para afrontar los desafíos con una mente clara.

Entonces, ¿cómo hacerlo más fácil?

Lo más importante es establecer límites claros para pasar unas vacaciones realmente alejadas de nuestros trabajos. En el entorno laboral, deja todo cerrado o pospuesto, explica a tus colegas lo que necesiten saber e informa que no estarás disponible. Sé estricto contigo mismo y resiste la tentación de revisar correos electrónicos o mensajes relacionados con el trabajo.

En cuanto a qué hacer, también debes resistir el impulso de estudiar o hacer algo relacionado con la tecnología. Seguro que hay libros, películas, videojuegos, deportes que practicar o lugares a los que ir. Aprovecha para retomar viejas aficiones o incorporar otras nuevas. Cultiva la creatividad en otras áreas, como el dibujo o el modelismo. Actividades sociales como juegos de rol o de mesa, involucrarse en conversaciones interesantes, o hacer todo lo contrario y simplemente estar contigo mismo. Perder el miedo a estar solo con nuestros pensamientos es importante; las vacaciones son una gran oportunidad para meditar y conocerse mejor.

Plantear el regreso de forma progresiva, sin saltar directamente a tareas complejas o jornadas largas, también ayuda a reducir el estrés de haber estado mucho tiempo alejados del trabajo. Ser sinceros con nuestro entorno al regresar es clave; lo más probable es que todos estén dispuestos a dejarnos espacio para hacer el aterrizaje lo más suave posible.

Volver con energía, creatividad y ganas renovadas. No lo dudes, todos agradecerán que te tomes esas vacaciones.


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